Por José A. Cañizo
El año pasado
me apunté a un cursillo corto de introducción a
la astronomía, y me di cuenta de la cantidad de cosas básicas
que nunca había sabido, y lo que es peor, que nunca me
había preguntado. Estoy seguro de que lo que viene a continuación
es más o menos evidente para cualquiera que sepa algo del
tema, pero espero que a más de uno le resulte sorprendente.
Para mí lo es.
Todos sabemos que el día dura 24 horas, y me
refiero al día que miden nuestros relojes. “No exactamente”,
puede que diga alguien. En efecto, si uno busca “Tierra”
en cualquier enciclopedia, encontrará que nuestro planeta
tarda 23 horas, 56 minutos y 4 segundos en completar una vuelta
sobre su propio eje. Ahora bien, nosotros nos regimos por relojes
que miden 24 horas exactas, con lo que parece que cada día
nos retrasamos cuatro minutos con respecto al día solar.
¿Cómo es posible que no se acumulen al cabo del
tiempo, provocando un desfase entre nuestros relojes y el sol?
¿Qué pasa con esos cuatro minutos que sobran? A
poco que lo piense uno, se da cuenta de que aquí hay algo
raro. Como esto queda un poco impreciso, formularemos la pregunta
de otra forma, aunque no dé la impresión de ser
lo mismo. La pregunta a contestar es:
¿Cuántas vueltas completas sobre su
propio eje da la Tierra en 365 días?
Cuidado. La respuesta NO es 365 vueltas. Y tampoco
tiene que ver con las seis horas que faltan al final de cada año,
y que se compensan con los años bisiestos. Es algo mucho
más curioso...