Éste es un problema para el que resulta fácil dar una respuesta
informal y verdaderamente difícil dar una solución precisa. Es
sorprendente el hecho de que paradojas de este tipo fueron una dificultad
importante para establecer las bases rigurosas de la teoría de conjuntos.
Podéis encontrar una explicación de la paradoja en la página de
William T. Gowers en esta página, en inglés,
en un estilo claro que no requiere conocimientos técnicos pero tal
vez sí una cierta familiaridad con argumentos matemáticos usuales.
Conseguir una explicación así en Internet para un problema de esta
página es un lujo, ya que la comprensión de Gowers de las
matemáticas es, en mi opinión, excepcional. Si alguien que lea esto
está dispuesto a traducir la respuesta o parte de ella al español y
me lo envía podremos incluirla aquí. En la página del mismo autor, hay varios
ensayos cortos y observaciones informales sobre temas varios, la
mayoría de los cuales no requieren conocimientos avanzados y
probablemente gusten a quien haya venido hasta aquí buscando la
sección de juegos matemáticos.
Dicho esto, intentemos nuestra propia explicación del problema. En
mi opinión, una buena respuesta a la paradoja es que la frase 'el
número natural más pequeño que no puede describirse exactamente con
quince palabras o menos' no sirve como descripción de ningún
número. ¿Por qué no?. Como dice Vicente Lirola,
Bueno, es que ¿qué número es 'el número natural más pequeño que no puede describirse exactamente con quince palabras o menos'?,
esa frase no describe ningún número en concreto. Si le dices eso a
alguien, no va a tener ni idea de cuál es el número del que está
hablando, así que realmente, no vale como frase descriptora.
La descripción no vale porque no tengo forma de saber a qué número
se refiere.
El problema con el razonamiento que se hace en la paradoja es, como
en tantas otras, que el lenguaje usual es impreciso y contiene
algunas trampas lógicas y posibilidades de construir frases sin
sentido. En la frase anterior, el significado de la palabra
'describir' no está claro en absoluto. Si quisiéramos hacer
riguroso el razonamiento tendríamos que empezar por especificar
exactamente nuestro lenguaje y decidir qué frases describen qué
números, de forma que no quede ambigüedad posible. Podríamos ser
permisivos en esto, incluso inventar nuevas palabras, usar el idioma
que queramos y la construcción que más nos guste, siempre que demos
una forma de, dada una frase, decidir a qué número corresponde.
Entonces podríamos, sin duda, encontrar el número más pequeño que no
podemos describir con menos de quince palabras, donde 'describir'
tiene el significado que acabamos de expresar precisamente. Pero
entonces la frase 'el número natural más pequeño que no puede
describirse exactamente con quince palabras o menos' no tiene por
qué ser una descripción válida en el sentido anterior. Esta frase
no tenía por qué estar incluida en nuestra definición precisa del
principio y simplemente no corresponde a ningún número. De hecho,
si la hubiésemos incluido, automáticamente no tendría el significado
que le damos en el lenguaje usual y no describiría al número que
esperamos.
Otra forma de decirlo, en un correo de Mario Tomelin, es la
siguiente:
Creo que la falla del argumento está en la frase que identifica al
número natural mas pequeño que puede describirse con quince
palabras o menos, porque para encontrar ese número partimos del
supuesto de que ya hemos agotado todas las combinaciones de quince
palabras de todas las que componen el idioma español.
Rodrigo Martín Martín observa que:
Se trata de una variante de la paradoja de Richards que data de
1905. El culpable de esta paradoja (y de muchas otras como la
paradoja de Grelling, que utiliza adjetivos en lugar de números, o
la famosa paradoja de Russell) es el fenómeno de la
autorreferencia, ya que estamos definiendo un objeto en términos
de una clase que contiene como elemento al objeto que se está
definiendo.
¿Dónde estaba aquí la autorreferencia? El término 'descripción'
sólo tiene un significado preciso cuando sabemos lo que significa
describir algo; pero entonces la frase clave de la paradoja es una
nueva descripción, de forma que la palabra 'descripción' se está
refiriendo también a la frase en sí.
Otras paradojas de este tipo son también muy conocidas. La paradoja
de Russell, por ejemplo, provocó la modificación de los axiomas de
la teoría de conjuntos. La teoría de conjuntos que no la tiene en
cuenta, curiosamente, se llama hoy en día 'teoría de conjuntos
ingenua', o 'naive set theory' en inglés. Russell señaló que esta
teoría permitía una paradoja si uno consideraba 'el conjunto de
todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos'. Este conjunto
no puede estar dentro de sí mismo, porque entonces su definición
dice lo contrario; pero si no es miembro de sí mismo, entonces debe
serlo por definición, lo cual produce un absurdo.
En la página mencionada antes hay otra versión que resulta más
cómica: todos los números tienen que ser interesantes, porque si no
fuese así el primer número que no fuese interesante sería,
precisamente por eso, de lo más interesante. Otra forma famosa de
enunciar la paradoja consiste en preguntar 'En mi pueblo el barbero
afeita a todos los hombres que no se afeitan ellos mismos. ¿Quién
afeita al barbero?'. Podéis notar la clara analogía entre la
paradoja de Russell y la del barbero. Otra forma de confundir al
lenguaje es tomar una hoja de papel y escribir en un lado: 'la
frase escrita en la otra cara de esta hoja es verdadera'. Y en la
cara de atrás: 'la frase escrita en la otra cara de esta hoja es
falsa'. ¿Son entonces falsas estas frases? ¿son acaso verdaderas?.