Miguel
Ángel Gombau
Artículo editado en la revista 'Byte'. Editorial MKM. España
2001
Publicado en 'El Paraíso de las Matemáticas' con permiso
de la editorial.
¿Le
cuesta conciliar el sueño por las noches?, ¿su ordenador
se pasa más tiempo reiniciándose que trabajando?,
¿no saca el máximo partido de las aplicaciones instaladas
y se desespera al ver el resultado?. No se aflija, no es nada grave,
tan solo se trata de ciertas incomodidades inherentes a casi todo
el software realizado en la actualidad, y el tratamiento es muy
simple, se precisa un cambio de sistema operativo.
En las
siguientes líneas expondremos diez razones por las cuales
seria conveniente una migración a Linux, en ningún
caso se va a decidir claramente cual de los productos es el adecuado,
tan solo se van a confrontar las características conocidas
tanto de uno como del otro, dejando que sea el usuario final el
que decida.
1.- El desembolso económico
a realizar
Actualmente,
el desarrollo de software es un proceso que requiere ingentes cantidades
de dinero para sacar adelante un proyecto determinado. Esto es debido
a que será necesario realizar unas complejas labores de investigación,
análisis, diseño, codificación, etc.; las cuales
consumen enormes cantidades de tiempo y esfuerzo personal. Todos
estos gastos deben ser recuperados con creces en la fase comercial,
para que el programa pueda ser considerado un éxito de gestión
y planificación, o una completa debacle que puede acarrear
la desaparición de la propia empresa creadora.
Los sistemas
operativos, como software vital que son, siguen la misma línea
de actuación que cualquier programa, pero al pertenecer a
un selecto club de dilatado aforo y de gran proyección, pueden
establecer su valía económica a su libre albedrío
y con total impunidad, dada la gran dependencia capital que sufre
el usuario por este tipo de programas. Cierto es, que la piratería
causa estragos en las ventas, debiéndose recobrar después
con progresivas subidas en el importe final del producto, pero eso
no justifica las desorbitadas cifras que lucen algunos sistemas
operativos, más preocupados en mantener brillante su imagen,
que en ofrecer a sus potenciales usuarios un producto de gran calidad.
Linux
aparece como siempre por la puerta de atrás, pero sin perder
de vista los accesos principales a la fama, amparado sin duda alguna
por su indudable calidad, y por poseer el precio mas ajustado del
mercado informático, 0 Ptas. (o 0 Euros según queramos).
Desde sus humildes comienzos, ha sido un factor inalterable que
no parece que vaya a cambiar a largo plazo. En aquellos tiempos
(hacia 1987), el sistema operativo más en boga era UNIX,
pero como debido a sus restricciones legales y a su elevadísimo
precio, era muy difícil trasladarlo a su estudio en el mundo
de la enseñanza, surgió el Minix, una versión
reducida pero funcional del gigante operativo, con un enfoque más
docente. Pero la mala suerte quiso cebarse de nuevo en los estudiantes
de informática, y el autor del estrenado software (el profesor
Andrew S. Tanenbaum) exigió los diezmos por acceder a su
obra, y ésta fue la gota que colmo el vaso de la paciencia
de unos cuantos, entre ellos Linus Torvalds. Pocos meses después,
nació Linux, un nuevo sistema operativo similar a UNIX, mucho
más funcional que Minix, y cuya gratuidad lo elevo a cotas
increíbles de popularidad, socorrido por el fenómeno
GNU.
Actualmente,
el desvarío monetario se encuentra más acentuado si
cabe, que en hace una década, por lo que el fenómeno
Linux se plantea francamente atractivo, pudiendo incorporarnos,
adquiriéndolo a través de múltiples cauces,
ya sea descargándolo de Internet, siendo obsequiado en publicaciones
informáticas, regalado en ferias del sector de alta tecnología,
prestado por un amigo, etc. Cierto es que alguna de estas metodologías
lleva un gasto asociado (teléfono o montante de la revista),
independiente al del propio Linux, pero resulta francamente irrisorio
comparado con los dislates exhibidos por los productos de la la
competencia, y nos evita las pavorosas, reprobables y nada saludables
tentaciones de conseguir un sistema operativo de estraperlo.
Si por
algún motivo no nos encontramos cómodos con este tipo
de software gratuito, o recelamos infundadamente de la calidad obtenida
por la cara, siempre podemos acudir a las numerosas distribuciones
que existen de este sistema operativo. Por un módico precio
(no más de 10.000 Ptas.), podremos hacernos con un paquete
de programas que incluyen el Linux marca de la casa, aplicaciones
profesionales y demos de herramientas comerciales. Con semejante
reclamo, ¿quién no luce un flamante Linux en su ordenador
personal?.
2.- Nueva instalación
y hardware admitido
Linux
no ha sido, primigeniamente hablando, un sistema operativo destinado
a un sector masivo del publico, germinó como un ensayo, de
manera que cuando hizo su aparición, el proceso de instalación
era muy rudimentario y entrañaba una dificultad considerable.
Si tenemos algun/a conocido/a que trastease con las primeras ediciones
del sistema operativo, nos podrá contar con pelos y señales
(ya que se grababan a fuego), todas las vicisitudes sufridas al
intentar ubicarlo en su PC (creación y mantenimiento de particiones,
detección de hardware, etc.), las cuales hacían desistir
a muchos, pero cuando se lograban superar, le henchían a
uno de satisfacción por un trabajo bien hecho, y causaban
la admiración entre nuestros semejantes.
Como
una ave fénix mitológico, el Linux actual ha resurgido
de sus cenizas, superando con creces todos los inconvenientes planteados
en un inicio. El proceso de instalación ha evolucionado una
barbaridad en sencillez y claridad de entendimiento, permitiendo
que cualquier usuario con unos conocimientos básicos informática,
pueda acoplar el sistema operativo a su disco duro en menos que
canta un gallo.
Con YaST2 de SUSE, la gestión de
particiones y la instalación de paquetes y componentes hardware,
iguala la sencillez de manejo que luce Windows, combinándola
con una potencia superior en todos los aspectos.
Instaladores como
YAST 2 de la distribución SUSE 7.0, o los equivalentes en
Red Hat, Debian y Mandrake (en sus ultimas versiones), realizan
un trabajo exquisito a favor del consumidor guiándole en
todo momento, a través de los inhóspitos mundos del
creador de particiones Fdisk o la selección de los paquetes
software que más se adecuen a sus necesidades. Nadie echará
de menos la cuidada y logorreica imagen del programa de instalación
de Windows, puesto que aquí también se ha optado por
una interfaz de usuario a través de ventanas, desechando
toda la información superflua que nos cuente maravillas sobre
el software, transformándola en valiosos y específicos
datos que serán muy útiles para realizar un correcto
y eficiente proceso.
Dando
un giro radical, podríamos comentar la soberbia versatilidad
que exhibe Linux en el campo del hardware, tanto en el ya considerado
obsoleto, como en el de ultima generación. El sistema operativo,
tiene las cotas de exigencia más bajas existentes en esta
clase de software, funcionando sin problemas en equipos con un microprocesador
386 o equivalente, con 8 MB de RAM (aunque sin poder disfrutar apenas
de las estupendas X-Window), fluidez no observada en la gama de
productos de Microsoft, donde intentar hacer funcionar Windows 95
en el mismo dispositivo, es un ejercicio de masoquismo en grado
sumo.
Pero
como actualmente son pocos los ordenadores de este tipo que subsisten
en ámbitos de trabajo-ocio de alto nivel, un sistema operativo
que se precie, debe modernizarse para satisfacer a un usuario inquieto
que cada vez realiza más incorporaciones estrella para su
equipo, y que espera que el desembolso de dinero realizado por ellas
no caiga en saco roto. Linux cuenta cada vez más con el apoyo
de las compañías fabricantes de hardware, lo que se
traduce en una mayor difusión y aceptación de dispositivos
solo utilizables por entornos Windows en los últimos años.
Al presente, la detección de módulos dedicados de
ultima generación, como las aceleradoras 3D (Geforce 1 y
2, Matrox G-400, ATI Radeon), grabadoras de CD, tarjetas de sonido
y red, o puertos USB, es una realidad patente y sólida. Será
necesario deshacerse por lo tanto, de ese fantasma de incompatibilidad
enquistado en la leyenda negra de Linux, hoy por hoy, gracias al
esfuerzo de todas las partes componentes de la familia del pingüino,
es posible disfrutar al máximo de todas las excelencias de
cualquier elemento, a un nivel casi similar al ofrecido por otros
sistemas operativos más comerciales, con independencia de
la plataforma en la que se halle instalada (x86, DEC Alpha, Sparc,
MIPS, HP, etc.).
3.- Oferta y actualización
El diccionario
define como oferta, a la presentación publica o privada de
mercancías, con la intención de venderlas. Como en
la mayoría de los mercados, el informático “sufre”
monopolios más o menos acentuados y una oferta escasa, dependiendo
en gran parte del grado de dependencia que soporta el comprador
frente al producto, no ya por su calidad, sino por la escasez de
competencia existente, que obliga a lanzarse directamente a las
fauces del león.
Eso es exactamente
lo que ocurre con Windows, que es un estándar de “uso”,
no de “facto”, se emplea porque es lo que posee todo
el mundo y porque es para lo que desarrolla todo el mundo. Y dado
que hasta ahora no existía una alternativa estable en el
mercado semiprofesional, se obligaba al usuario a comulgar con ruedas
de molino, a base de sacar software pseudofuncional y de hacer esperar
durante un dilatado periodo temporal, a la bendita actualización
o nueva versión que acabase con las contrariedades de la
precedente.
Con el avance de Linux, este manejo
unitario del sector se ha ido acabando de manera progresiva (aunque
todavía será necesario algún que otro empellón),
en pos de una mayor difusión y variedad de los sistemas operativos,
proporcionando la inestimable capacidad de poder elegir en un momento
dado, el producto que más nos satisface o se amolda a nuestras
necesidades.
La creación
de multitud de distribuciones, como Red Hat, SUSE, Debian y Mandrake
(las más populares), junto con sus derivaciones lingüísticas
nacionales (vease EsWare) -cada una con sus propias características-,
pero siempre basadas en un núcleo ejecutivo (o Kernel) común,
crean el perfecto caldo de cultivo para el desarrollo de aplicaciones
propias y herramientas variadas, que harán decantarse al
usuario a favor de una de las ediciones. No obstante, y como rasgo
diferenciador respecto a otros modelos software, la compatibilidad
se conserva (hasta cierto punto) de un producto Linux a otro. El
programa creado para este sistema operativo por una “Third
Party”, funcionará en Red Hat, SUSE, Debian y Mandrake,
independientemente de quien sea el propietario de ambos. No ocurre
lo mismo con los paquetes de software propios de cada distribución,
donde el intercambio de información no es nada recomendable
en algunos casos, y puede desencadenar las más histriónicas
carcajadas de locura del avispado experimentador, al ver los resultados
obtenidos.
Linux, al ser
un medio avanzado de software, no esta exento de sufrir algún
que otro “bug”, ya sea por errores de concepto, requisitos,
diseño o codificación, y sin embargo, a nadie se le
escapa que su estabilidad y calidad de funcionamiento son míticas.
Pero como nunca llueve a gusto de todos, es posible que alguna incoherencia
deba corregirse, y por esa y muchas más razones, se actualiza
el kernel del sistema cada pocos tiempo (del orden de tres o cuatro
meses), lo que le sitúa en un escalafón más
alto con respecto a su competidor Windows, cuyo intervalo de actualización
nunca disminuye de un limite inferior a diez meses, razón
que lo convierte en impopular teniendo también en cuenta
que hay que pagar por su adquisición, en contraste con el
gratuito Linux.
Seguramente
más de uno pudiera recelar de un sistema operativo que se
renueva en reducidos períodos temporales, y cuyas actualizaciones
son obra de un amplio elenco de personal desconocido que ofrece
su trabajo a través de la Red de redes. Para tranquilizar
a cualquier incrédulo potencial, cada nueva modernización
es certificada por un comité de expertos, entre los que se
encuentra el mismísimo Linus Torvalds, asegurando un mínimo
de calidad en un producto que es un autentico ídolo de masas,
ya que como aduce su propio reclamo, si no pasa por nuestras manos,
no es Linux. |